¿Qué es el periodismo de investigación?

La sociedad argentina está atravesando una situación socioeconómica difícil, la pobreza, la desocupación y las necesidades básicas en general aumentan cada día con más frecuencia. Podemos observar en la televisión, escuchar en la radio y leer en un diario o portal, que una empresa cerró su puertas por quiebre o algún otro motivo; que el nivel de pobreza es creciente; que a diario una mujer es víctima de violencia de género; que el índice inflacionario aumenta considerablemente. Estos son ejemplos en general de lo que pareciera ser una cotidianeidad en la Argentina. Y cada vez resultan menos sorprendentes este tipo de cuestiones.

El periodismo de investigación puede (y debe) tomar partido y actuar alrededor de las consecuencias que se susciten de una realidad social y económica complicada, con todo que lo ello implique. Pero, ¿Qué es el periodismo de investigación? ¿Qué implica la investigación periodística? El concepto de periodismo resalta la selección y difusión de hechos y datos de la periodicidad, de todos los días. El periodista, con el periodismo, da la sensación, aparece como un actor omnipresente que tiene la tarea mecánica de divulgar los hechos de la realidad social, política y económica. Pero no sólo se trata de darle eco a los sucesos diarios a medida que van transcurriendo. El periodismo de investigación tiene que tomar en sus manos un hecho de, por ejemplo, injusticia social, corrupción o de avasallamiento de derechos sociales, humanos o laborales y accionar a favor de conocer la verdad sobre esas injusticias, esas desigualdades.

Según la UNESCO, “el periodismo de investigación consiste en la tarea de revelar cuestiones encubiertas de manera deliberada, por alguien en una posición de poder, o de manera accidental, detrás de una masa caótica de datos y circunstancias – y en el posterior análisis y exposición pública de todos los datos relevantes”[1]. Por su puesto que si no habría secretos y datos a relevar, la investigación periodística carecería de sentido. Nos encontramos con un inconveniente, una contradicción difícil de resolver al corto plazo. Los grandes medios de comunicación son empresas, detentan poder. Y por lo tanto mantienen acuerdos con los sectores del poder político para desarrollarse como tales. Para la opinión pública la mayoría de los periodistas de investigación son legítimos por trabajar en esos medios/empresas. Porque son conocidas, porque entre pocas se reparten el conglomerado audiovisual, porque acceden al rating. Y los “grandes” temas a investigar que ocupan (y preocupan) a estos medios (y sus periodistas) se enmarcan en el ámbito general de los asuntos de corrupción y la “inseguridad”. Pero están condicionados por el nivel de acuerdo y/o acercamiento que cada medio, en tanto actor del poder, tiene con la alta dirigencia política de turno. Pero los grandes teman que preocupan al ciudadano “común” molestan a los de arriba. Y los periodistas de investigación que se esfuerzan en indagar para conocer tales realidades, generalmente carecen de difusión y lugar en el marco de las empresas y de la opinión pública.

De la reciente aprobación, en la cámara de senadores, de la ley que habilita al uso medicinal del cannabis se desprende un factor interesante para la investigación.
Especialistas, familiares de pacientes, médicos y algunas organizaciones criticaron que no se contemple el autocultivo, ya que la importación del producto es cara y según que enfermedad presenta el paciente se necesita un tipo aceite de cannabis. El problema que acá que se puede indagar es ¿Por qué no se legaliza el auto cultivo de dicha planta y por qué se encarcela a quién lo haga? ¿Qué hay de las grandes redes de narcotráfico y la venta ilegal de marihuana para su uso recreativo? (http://www.laizquierdadiario.com/El-Senado-convirtio-en-ley-el-uso-de-cannabis-medicinal) (http://www.laizquierdadiario.com/Estudiante-de-la-Universidad-de-San-Martin-preso-por-cultivar-marihuana)
Otro tema que responde a los parámetros de la investigación periodística fue el llevado adelante por Ricardo Ragendorfer sobre la corrupción dentro de la policía bonaerense que dirigía Ramón Camps en la década del 90. Al periodista lo motivó la desaparición de Miguel Bru por parte justamente de esa fuerza de seguridad provincial.

Esto es un caso paradigmático. Porque en los últimos años se han dado casos de desaparición de adolescentes de barrios humildes y familiares han denunciado a efectivos de dicha fuerza como autores. O las circunstancias del llamado gatillo fácil. Desde aquél momento, no han salido a la luz investigaciones periodísticas serias sobre por ejemplo la desaparición de Luciano Arruga, o el asesinato de Walter Bulacio.




[1] http://unesdoc.unesco.org/images/0022/002264/226457S.pdf

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